Charla con estudiantes universitarios

El contexto latinoamericano y el Nuevo Proyecto Nacional

Humberto Tumini / Marzo 06



Compañeras y Compañeros: Debido a la nueva etapa que se está abriendo creemos que es importante empezar a discutir algunos conceptos, a prepararnos, formarnos. No sólo en las prácticas comunitarias que llevamos adelante permanentemente, sino en algunas ideas y en algunos conceptos para afrontar en esta etapa política un debate que se va a abrir sobre el modelo de país que hay que desarrollar, la universidad que necesitamos, cómo empezar a construir un nuevo proyecto nacional. Por eso creíamos que era interesante plantear una serie de encuentros vinculados con tratar las características que viene viviendo Latinoamérica actualmente. Desde Chávez hasta acá, Y el último proceso de la revolución boliviana. Charlar también sobre las posibilidades concretas que se abren en este momento histórico en este país para empezar a pensar un proyecto que incluya a las mayorías. Pero también armar algunos encuentros para discutir la universidad que tenemos hoy, en función de que nosotros necesitamos empezar a pensar un nuevo proyecto universitario para el desarrollo estratégico de este país. Y en esto discutir cómo nosotros venimos desarrollando nuestras iniciativas sociales, la Escuela, las áreas y cómo podemos ir contactando más y más compañeros para que efectivamente algún día podamos pensar una universidad para todos. Creíamos que lo más conveniente era tirar algunas ideas generales de cómo entendemos que se viene abriendo esta etapa política en Latinoamérica. Para esto lo invitamos a Humberto Tumini que es el Secretario General de Patria Libre, un compañero, para que nos tire algunas ideas sobre eso y podamos charlar con él qué posibilidades concretas hay de empezar a delinear otro camino en este país. Le damos directamente la palabra a Humberto y cuando termina abrimos una serie de preguntas.

Humberto: Bueno, cómo les va a los que conozco y a los que no conozco. Me parece muy interesante que charlemos sobre lo que esta sucediendo en Latinoamérica que a su vez tiene que ver con lo que está sucediendo en el mundo, y específicamente que charlemos un poco sobre nuestro país. Ver si es posible construir otro país, cuál podemos construir, y qué tenemos que hacer para poder marchar en esa dirección.
Vayamos de lo general a lo particular para poder entenderlo mejor.
Latinoamérica tuvo cuatro momentos en los últimos doscientos y pico de años, en que se abrieron posibilidades de construir países independientes.
El primer momento fue a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Latinoamérica era esencialmente una colonia española salvo algunas excepciones que eran las colonias portuguesas y algunas pequeñas colonias inglesas en Centro América, pero todo lo demás estaba bajo el dominio de la corona española.
España era un país que había sido muy fuerte en la Edad Media y que se hizo más fuerte aún a partir de extraer las riquezas a sus colonias. Pero probablemente por la cantidad de riquezas que pudo acumular en ese período tuvo la característica de que no desarrolló una burguesía fuerte. En el momento de aparición de la burguesía (1600-1800), España se retrasó en ese proceso y se le adelantaron otros países como Inglaterra que hizo su revolución burguesa en el siglo 1600 y Francia con la de 1789. Esos países, con revolución burguesa mediante, comenzaron a tener una expansión política y económica de nuevo tipo sustentada en un poder económico propio mucho más vigoroso que el de España.
¿Qué hicieron entonces estos países? Entre otras cosas, empezaron a comerciar con las colonias ajenas. Tenían mayor capacidad de producir y de comerciar que España. Comenzaron a producir mercancías y a comerciar no sólo con sus propias colonias y entre ellos, sino a comerciar con las colonias españolas. En ese momento la metrópoli española tenía el monopolio del mercado de sus colonias. Compraba lo que estas le vendían a bajo precio y les vendían lo que en general no producían ellos, sino que producían otros. Y se iba produciendo paulatinamente una situación de crisis en los territorios coloniales por ese monopolio. La respuesta de la corona española fue apretar las clavijas, ajustar el monopolio comercial y también ajustar el control político sobre las colonias. Entonces, determinados sectores de las clases comerciales de estas empiezan a buscar negocios bajo cuerda con otros países, particularmente con los ingleses. Por eso, ustedes saben que en el caso acá de Buenos Aires, siempre se dice que los túneles esos los hacían los contrabandistas. Los contrabandistas comerciaban con los ingleses y les rompían el monopolio a la corona española. Así se iba gestando un sector social interesado en tratar de romper con esta.
A principios del siglo XIX, Napoleón invade España y lo captura al rey, eso abre una situación política de descontrol de las colonias porque el factor dominante en estas se debilita. Se dan entonces todas las revoluciones independentistas de principios de siglo XIX., algunas, en un principio, ahogadas en sangre. Una de ellas, triunfante, fue la Revolución de Mayo.
En 1815 hay un revés, una contrarrevolución en Europa a través de la Santa Alianza. Lo derrotan a Napoleón y, entre otras cosas, lo vuelven a poner a Fernando VII en la Corona Española. Esta entonces arma tropas para intentar recuperar las colonias. Ya el proceso había avanzado demasiado y estas tropas, en una guerra no desdeñable porque se extendió hasta 1824, fueron derrotadas. Se extendió así el proceso de libertad de las colonias españolas en Latinoamérica. Ese proceso fue materializado por la voluntad de los pueblos y también por una debilidad en el control colonial de España sobre Latinoamérica.
Cuando se retira España, Inglaterra busca ocupar ese lugar, ya no a través del colonialismo directo sino por la vía del comercio. Había lazos económicos previos al derrumbe de las colonias con sectores de nuestra sociedad, e incluso políticos. Si ustedes estudian un poco más finito las guerras de la independencia de América van a ver la mano de Inglaterra en casi todos los hechos. Hasta el propio San Martín tenía oficiales ingleses dentro del ejército. También los tenía Bolívar. Los ingleses no sólo apostaron a destruir el monopolio español en lo comercial, sino que además apostaron a destruirlo en lo político. San Martín cuando viene a la Argentina, pasa por Inglaterra donde forma la Logia Lautaro y después viene para acá. Existió un apoyo concreto de Inglaterra.
Cuando se produce la independencia Inglaterra empieza a intentar capitalizar ese apoyo y transformarse en potencia dominante. Lo que pasa es que ese proceso no era tan sencillo de realizar en nuestro país porque los sectores que comercializaban con los ingleses muchas veces tenían fuertes contradicciones con otros sectores locales que habían desarrollado el proteccionismo y en algún grado la industria. Esto dio lugar a un proceso de guerras civiles y con otros países que inequívocamente termina con el triunfo de las fracciones vinculadas a Inglaterra. Porque, entre otras cosas, Inglaterra en el transcurso de esos años (desde la Revolución de Mayo hasta la segunda mitad del siglo XIX) se transforma en la potencia dominante en el mundo. En el momento de la revolución industrial, el poder de Inglaterra se pone muy por encima del de los demás países. La cuestión no era ya solo la lucha interna en nuestros países sino también el papel que jugaba el capitalismo desarrollado en su paulatino pasaje del colonialismo al imperialismo.
Nuestras independencias terminan inconclusas y se abre un largo período de transformarnos en países dependientes con la hegemonía de Inglaterra. La primera oportunidad que tuvimos, producto de una debilidad económica y política de la potencia dominante sobre América, España, alcanza para obtener la independencia política; pero luego se pierde esta en un importante grado a partir de que se pierde la independencia económica. Se pierde la independencia política real, no la formal. Es decir, no volvemos a tener un virrey. Pero realmente pasamos a ser dependientes de los ingleses. Este fue un proceso muy largo. Empieza en 1820 en la batalla de Cepeda y se extiende hasta la derrota de López Jordán en Corrientes en el año 1870. Es decir, que hay 50 años de guerra civil para poder derrotar a las posturas que resistieron el predominio del dominio inglés en nuestro país. En otros países fue distinto, y en algunos se dio sin una conflictividad tan grande como fue el caso de Brasil. Los portugueses hicieron un proceso de hegemonía con otras características. Pero se dio, este cambio de hegemonía a favor de los ingleses, en toda Latinoamérica.
Así se pierde en parte la primera posibilidad que tuvimos de ser independientes. Posibilidad que sí aprovecharon los yanquis. Estos hicieron su independencia de Inglaterra, en 1776 se liberaron de la mano de George Washington. En ese momento Inglaterra estaba en plena puja con Francia y con España, también un momento de debilidad con respecto a sus colonias. Los norteamericanos, que habían logrado formar una sociedad fuerte, logran su independencia. Aun así los ingleses mantienen un sólido vínculo con una parte de la sociedad norteamericana, como son los productores algodoneros del sur de los Estados Unidos. Llega un momento en que estos son conscientes de que no pueden derrotar a los industriales del norte, y hacen un intento de secesión. Intentan partir los Estados Unidos y crear otro país en el sur con el apoyo de Inglaterra. Esa fue la guerra civil de 1861-1865, que se llamó la Guerra de Secesión. Los del norte que ya eran muy fuertes, los derrotaron.
Los EEUU se convirtieron así en el único país de América que logro su independencia económica y política. En todos los demás, después de cortar los lazos con España o Portugal, predominaron las fracciones que estaban vinculadas a los ingleses. Y el dominio de Inglaterra se extendió durante aproximadamente 100 años.
En el año 30 se produce la crisis económica internacional de sobreproducción, y a continuación la financiera. Todo el mundo capitalista desarrollado entra en crisis y los países entran en una feroz depresión. Los tipos se suicidaban en Wall Street. Uno de los que recibe el impacto directo de la depresión es Inglaterra, que pasa a comprar a los países de Latinoamérica mucho menos de lo que compraba antes. Entonces sobreviene en nuestra región una muy profunda crisis económica que se llamó aquí en la Argentina la Década Infame. En todo ese proceso vuelven a ajustar las clavijas los gobiernos conservadores de nuestra región de la mano de Inglaterra para tratar de mantener un régimen que en realidad ya estaba agotado. El tipo de modelo económico que había sido inventado por Inglaterra para nuestras naciones estaba agotado.
En el caso de los conservadores de acá, lo voltean a Irigoyen. Los conservadores habían antes descomprimido la política y permitido a los radicales llegar al gobierno en 1916. Sin embargo, cuando viene la crisis del año 30, la Argentina pasa a exportar el 50 % de lo que exportaba antes. Y siendo que era un país que vivía de la exportación, porque acá no se producía nada (existía industria pero era muy incipiente) se da un período de crisis económica absolutamente violento.
Los conservadores entonces sacan a Irigoyen del gobierno con el golpe de Uriburu y vuelven a un modelo propio. Ponen al general Justo en el año 32, y hacen un acuerdo con los ingleses que se llamó el pacto Roca-Runciman. Era un pacto entre el capital inglés y el sector más concentrado del poder en la Argentina, que eran los terratenientes invernadores de la pampa húmeda. Incluso ese pacto implica perjudicar a otra porción del poder que son los criadores, que eran los ganaderos situados en las tierras que rodean a la pampa húmeda.
Sin embargo, la suerte de Inglaterra como potencia dominante estaba echada. Y la Segunda Guerra Mundial la termina de derrumbar, porque si bien Inglaterra termina del lado de los ganadores, el esfuerzo bélico es tan grande para un país demasiado chico que termina por sucumbir. Pasada la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra entonces empieza a ser desplazada como potencia mundial por los Estados Unidos. Se empieza a replegar de sus colonias y pierde el monopolio económico sobre nuestra región. Esto comienza en el año 30 pero se profundiza con la Segunda Guerra. Por ejemplo, cuando uno analiza la inversión el sector más dinámico de la economía argentina que eran los frigoríficos, en los años 10-20, se ve que aparecen frigoríficos norteamericanos. Empezaba la disputa de los norteamericanos con los ingleses para desplazar a estos como potencia hegemónica en estas naciones.
Se da entonces el hecho de que se debilitan los ingleses como potencia dominante; pero, al mismo tiempo, no eran todavía lo suficientemente fuertes los norteamericanos. Que además tuvieron que meterse en la Segunda Guerra Mundial para definir el conflicto a favor de ellos, ya que en esta no sólo estaba la batalla con Alemania y Japón, sino que además tenían el riesgo de que los rusos fueran los predominantes y avanzara la Unión Soviética en el mundo.
Ahí se vuelve a dar una situación similar a la que se dio durante la independencia. Es decir, un vacío de poder político y económico sobre nuestros países. Se abre entonces una etapa caracterizada por la aparición de gobiernos nacionalistas en la región que empezaron a privilegiar el desarrollo del mercado interno y el control de los recursos naturales. Favorecido esto por la debilidad del imperialismo inglés y la transitoria del yanqui.
Aparece así en el año 30 el gobierno de Cárdenas en Méjico, que nacionaliza el petróleo mejicano; después aparecen otros como el de Perón en la Argentina, Vargas en Brasil, Rojas Pinilla en Colombia, el gobierno del MNR de Paz Estensoro en Bolivia en el 52, etc.
Se verifican en ese entonces los gobiernos más progresistas de nuestros países. Aun cuando no hayan logrado establecerse como naciones independientes en forma permanente, estos fueron los momentos en que logramos los mejores niveles de vida, mayor desarrollo económico, educacional, sanitario, etc. Ese proceso fue dirigido por burguesías nacionales que tenían intereses en desarrollar países con mercados internos de ese tipo, en alianza con otros sectores populares, y aprovechando la debilidad de los países dominantes en el mundo. Esa fue la segunda oportunidad.
Luego, pasa la Segunda Guerra Mundial y el momento favorable que tuvimos para el desarrollo del mercado interno, porque no teníamos competencia ya que el resto de los países estaban metidos en la guerra o reconstruyéndose, y porque nuestros productos valían más tanto en el período de guerra como en el de posguerra.
Ese tiempo económico favorable comienza a desaparecer y los Estados Unidos empiezan a transformarse en potencia dominante. Así se cumplió esa segunda etapa, ese segundo período histórico favorable a la independencia de nuestro país. Así como el primer período nos dejó la libertad política, este segundo período dejó un mayor grado de desarrollo industrial. Los cimientos de la industrialización en México, en la Argentina, en Colombia, en Brasil se hicieron en ese período.
Pasado el mismo los Estados Unidos se convierten en la potencia dominante del mundo. Confronta con la Unión Soviética, pero en la esfera del capitalismo es el poder dominante, así como Inglaterra había sido el poder dominante posterior a España en el siglo XIX.
En el medio hubo un breve momento de debilidad por parte de los Estados Unidos, a finales de la década del 60 y principios del 70, que fue una debilidad política, no económica, producto de que se meten en Vietnam. Eso genera una reacción muy fuerte contra ellos y contra los sectores políticos de nuestros países que en general promovían las relaciones estrechas con los norteamericanos, los que comienzan a estar a la defensiva política. Esto en el marco de un movimiento de masas muy fuerte que se da en Latinoamérica, el que además, tomando el ejemplo de la Revolución Cubana, usa la lucha armada como forma de disputa política. Eso tiene como consecuencia una oleada de gobiernos progresistas, más progresistas -en la teoría- que los gobiernos nacionalistas de los años 30 y 40, como fueron el gobierno de Allende en Chile, el del general Torres en Bolivia, Velazco Alvarado en Perú, Cámpora aquí, y luego el tercer mandato del general Perón, etc. Una oleada de gobiernos progresistas, es cierto, pero que fueron en general efímeros.
Cuando los yanquis se sacan Vietnam de encima, vienen por todos nosotros. Y ya lo hacen con el nuevo modelo de dominación que es el neoliberalismo. En el período anterior el modelo económico que centralmente impulsan era el desarrollismo, un modelo que mantuviera la sustitución de importaciones pero de la mano de la inversión de capitales extranjeros y que abriera los recursos naturales a estos. En la nueva oleada de dominación que se viene desde mediados del 70 en adelante, abandonan el imperialismo y sus aliados nativos este modelo económico y toman como modelo dominante el neoliberalismo, es decir, la sustracción de riquezas lo más extensa posible de nuestras naciones y pueblos Apropiarse de las empresas del Estado, invadir de productos a través de la sobrevaluación de la moneda, endeudarnos, etc.
Ese breve intento de independencia que tuvimos a finales de los 60 y principios de los 70 no reconocía una realidad económica y política mundial demasiado favorable. En ese período como eran fuertes los países desarrollados en lo económico, tenían capturada de aliada a la mayor parte de la burguesía nacional en nuestros países. Aquellos que habían hecho el intento de proyecto nacionalista durante los 30 y 40, en los años 70 estaban débiles y mayoritariamente capturados por ellos. Entonces, la resistencia en nuestro país fue una resistencia de los sectores populares casi en exclusividad. Lo fracturaban al país. Ese también fue un elemento que impidió el triunfo. Los Estados Unidos eran fuertes económicamente y por eso tenían posibilidades de establecer alianzas (como la Alianza para el progreso) para mantener a la parte mayoritaria de la burguesías nacionales con ellos. Si ustedes alguna vez han estudiado el proceso del golpe del 76 de Videla acá, van a descubrir que se armó una especie de comisión que se llamaba APEGE, donde estaban gran parte de las organizaciones empresariales de ese momento en el país, y esa fue una parte importante de la base social del golpe de Videla.
Luego vino el neoliberalismo. Coincide con un momento de declinación de los Estados Unidos como potencia mundial aunque siga siendo la potencia dominante. Después de la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos representaban el 50 por ciento del producto bruto mundial. En la actualidad representan el 25 por ciento. El año pasado, por ejemplo, tuvieron un déficit en el comercio exterior de 720 mil millones de dólares. Eso refleja el retroceso económico mundial relativo de ese país.
Frente a esa situación llevaron adelante (en común con el imperialismo europeo) una política de verdadero saqueo de nuestra región. Y culminando eso se metieron en Irak. Como imperio fueron desechando las políticas que habían tenido con anterioridad, que eran de saqueo de nuestras riquezas pero negociando con sectores de nuestra sociedad con mayor flexibilidad. El neoliberalismo norteamericano fue -es- una política de “nosotros necesitamos reposicionarnos como potencia mundial y vamos por ustedes y por sus riquezas”. Y así se comportaron durante 25 años. Allí vinieron todos los gobiernos neoliberales en nuestra región. Toda una oleada de gobiernos neoliberales, con Menem como abanderado, que llevaron a nuestras naciones a situaciones extrema de crisis, endeudamiento externo, de crecimiento de la pobreza, desindustrialización y aumento exponencial de la desocupación. Hasta que finalmente eso estalló.
En una parte lo derrocaron al neoliberalismo los pueblos de nuestras naciones. En un grado sustancial y significativo la batalla la dieron nuestros pueblos. Se fueron poniendo de pie en los distintos países de nuestra región y fueron embistiendo contra el modelo neoliberal, debilitándolo. Pero la otra razón por la cual quiebra el modelo neoliberal es porque esta política de saqueo no sólo fue agresiva para los sectores populares, sino que en un momento dado también devino en agresiva para un sector de la clase dominante de nuestros países.
A partir de 1997 se inicia una crisis económica mundial que empieza en el Sudeste Asiático. Ya había habido una alerta de eso en el 95 con la crisis del Tequila en Méjico. Pero en el 97 entró en recesión el Sudeste Asiático. Después viene Rusia, luego Brasil y en el 2001 la crisis llega a los Estados Unidos. Hay una prolongada recesión de la economía mundial producto del neoliberalismo. Latinoamérica termina la década del 90 sin crecimiento. No hubo crecimiento en diez años.
En ese contexto se achican los negocios. Lo que los yanquis hicieron entonces, en alianza con los sectores económicamente más fuertes de nuestras naciones, fue apartar del bloque de poder a una parte no desdeñable de la burguesía nacional. Los más poderosos; las multinacionales, los sectores financieros, el imperialismo, los sectores importadores internos desplazaron a los de la burguesía nacional que tenían más interés en la exportación y/o el mercado interno. Ahí estos se pasaron a la oposición. El enfrentamiento Duhalde-Menem reflejaba eso. El conflicto empieza en la Argentina en concreto cuando sube Menem. Este llega al gobierno y le da el Ministerio de Economía a un representante de la burguesía nacional más concentrada vinculada a los sectores exportadores (como Bunge y Born). Cuando esto sucede, los sectores financieros y las grandes multinacionales, que tenían claro que se venía en la Argentina el negocio de la privatización, entendieron que la burguesía nacional más concentrada perseguía ese negocio.
En el año 91 entonces provocaron una hiperinflación con Menem y lo voltearon al ministro de Economía que tenía en ese momento, Rapanelli, también de Bunge y Born. Entonces aquel lo trae a Cavallo, que era un tipo que medió entre el sector imperialista y el financiero por un lado, y el más concentrado de la burguesía nacional por el otro. Dijo: 70 por ciento para los sectores financieros y las multinacionales, 30 para los grandes grupos locales. Y así surge el proceso de privatización. Las privatizaciones todas tenían en la primera etapa un sector de la burguesía nacional dentro de la empresa privatizada.
Cuando se agudizó la crisis del modelo neoliberal, las multinacionales fueron desplazando a esos sectores. Hasta que en el año 96, durante el segundo gobierno de Menem, lo echan a Cavallo y ponen directamente a un representante del poder financiero, Roque Fernández. Rompen así la alianza entre este sector y la burguesía local. Ahí comienza el conflicto Duhalde-Menem. Duhalde representaba a esos empresarios desplazados.
En la segunda presidencia de Menem la crisis del modelo se agudiza, entonces el poder financiero y multinacional se ponen más agresivos con la burguesía local. Lo que expresaba ese conflicto acá en la Argentina era centralmente la Convertibilidad, que beneficiaba a unos y perjudicaba a otros. A los exportadores por ejemplo los perjudicaba, porque encarecía sus productos. Es decir, que incluso la oligarquía estaba entre los opositores a los sectores financieros. El “Un peso, un dólar” primero le sirvió a la oligarquía para reconvertir sus campos, para introducir a bajo costo tecnología de punta. Pero cuando terminó ese proceso el uno a uno ya era una traba para las exportaciones.
El derrumbe del modelo neoliberal se vio en muchos otros países, y este proceso hasta se había anticipado en Venezuela en el año 1998. El quiebre del modelo se produce en conclusión por el avance del movimiento de masas, que había sido llevado a la desesperación (marginación, indigencia, desocupación), y a la vez porque sectores de la burguesía nacional también estaban siendo decepcionados y hasta agredidos en sus intereses por el neoliberalismo.
En los lugares en donde la burguesía nacional es más débil, como el caso de Venezuela o de Bolivia, el proceso tiene un contenido popular más fuerte. En donde aquellas son más fuertes, su presencia en los gobiernos que surgen es significativa. Pero en todos los casos hay una alianza. La alianza es el elemento que determina ese derrumbe.
Ahora bien, ¿tiene viabilidad este nuevo proceso?
Hay un momento de debilidad política y económica de los Estados Unidos. En primer lugar, el neoliberalismo sufrió un duro revés en muchas partes del mundo y la economía de los EEUU se ha ido debilitando. Pero además los yanquis se metieron en Irak y ahora no pueden salir de ahí; y gran parte de sus antiguos aliados en los países dependientes se corrieron a la oposición. Esa debilidad, ¿es momentánea, transitoria o se va a extender en el tiempo?
Hay algunos elementos que indican que esta debilidad es a mediano y largo plazo.
Durante el transcurso del neoliberalismo se dieron algunos acontecimientos en el mundo que están determinando la etapa que se abrió. Uno de ellos es la debilidad económica relativa de los Estados Unidos, que les impide abrir demasiado su mercado a otros países del mundo y en particular a los de nuestra región, con productos competitivos de los norteamericanos. Y ese proceso, no hay ningún indicio de que lo vayan a resolver en el corto plazo. Pero otro elemento más importante que ese, es la aparición en la escena económica del mundo de países no tradicionales. Nosotros desde la Segunda Guerra Mundial hasta ahora, la única posibilidad de comercio en grande que teníamos era con los países industrializados. Así como la única posibilidad en el período anterior era de comercio con los ingleses. Después de la Segunda Guerra nosotros vendíamos sobre todo materias primas, a veces con un poco de trabajo incorporado, y los países industrializados nos vendían manufacturas industriales. Con una tendencia al deterioro de los términos del intercambio, que hacía que nuestros productos valieran menos y los de ellos más. Los nuestros valían menos porque ellos iban sustituyendo esa importación. Había una sobreoferta de bienes y por ello bajaban de precio. Y los de ellos subían de precio porque había un monopolio por parte de los países industrializados.

Lo que pasó en el medio fue centralmente que dos países comenzaron a despegar en el mundo, con la característica de que son muy grandes a nivel de la población: China e India. Uno tiene 1.300 millones de habitantes y el otro tiene mil. Se empezaron a industrializar, y a partir de esto a elevar los niveles de vida de fragmentos de su población, no de toda su población, pero de fragmentos significativos de su población. Probablemente ustedes tengan la visión de que la India es un país extremadamente pobre, pero la India tiene la clase media más grande del mundo. Tiene 200 millones de habitantes que consumen a un nivel de clase media. Eso no lo tienen ni los Estados Unidos en esa magnitud. Y lo mismo sucede con China. Aparte, en la medida en que estos países se fueron desarrollando, lo hicieron industrialmente. Es decir, se insertaron en el mundo a través de la industria. Entonces lo que pasó es que se invirtió la tendencia al deterioro del intercambio de nuestros países. Empezaron a subir los precios de nuestros productos exportables porque la India y la China son países muy poblados. En la medida en que estos países comienzan a crecer y sus pueblos a alimentarse mejor, empiezan a succionar los productos agropecuarios de todo el mundo y también una parte de la materia primas de todo el mundo: el acero, el zinc, el cobre y hasta el petróleo. Entonces resulta que empiezan a subir los precios de los productos que nosotros exportamos. Pero además bajan los precios de los que nosotros importamos, ya que la producción de la China y la India volcada al mercado mundial lleva a la baja a las manufacturas. Ese es el dato principal de la nueva situación económica mundial. Motivo por el cual, además, nuestra burguesía deja de tener como única posibilidad de negocio a los Estados Unidos y Europa, y empieza a tener otras alternativas. Pero no sólo la Argentina, sino también otros países se empiezan a ver favorecidos por el nuevo contexto mundial. Por ejemplo, los petroleros como Venezuela.
Aparte de lo económico, se abrieron en el mundo también condiciones políticas favorables (como las que tuvimos en la lucha por la independencia, como las que hubo durante los primeros gobiernos peronistas) dadas por un debilitamiento de los EEUU como gendarme de nuestras naciones. Ese debilitamiento político los va a poner en una situación dificultosa para intervenir militarmente o a través de golpes de estado, sobre nuestras naciones en el futuro próximo. Tenemos entonces un contexto económico y político favorable nuevamente.
Podemos insertarnos económicamente en el mundo, y a partir de insertarnos en el mundo de otra manera, desarrollar una economía distinta aprovechando el nuevo contexto. Algunos beneficios se los debemos a las propias clases dominantes. El primer beneficio es lo que ellos hicieron con el campo desde los años 90. La gran burguesía agraria argentina produjo durante los años 90 una reforma agraria al revés. En vez de distribuir la tierra la concentró. Acá había 540 mil empresas rurales a principios de los 90 y cuando se fue De la Rua quedaban 360 mil. Es decir, hicieron desaparecer casi 200 mil producciones agropecuarias. Y aumentaron el tamaño promedio de las que quedaron. A esas, les introdujeron tecnología de punta a bajo costo, utilizando la convertibilidad. Y la consecuencia de eso fue que pasaron de 40 millones de toneladas a producir 84 millones de toneladas. Pasamos de tener 56 millones cabezas de ganado en 20 millones de hectáreas a obtenerlas en 8 millones de hectáreas. Aumentó la producción por hectárea. Eso fue esencialmente en beneficio de ellos, pero llegado este momento, se abre la posibilidad de exportar y nosotros tenemos la capacidad productiva. Es más, si se sigue introduciendo tecnología y si se lleva de invernar, es decir engordar los novillos, de la provincia de Buenos Aires a los lugares de cría y se liberan las mejores tierras para la agricultura, vamos a aumentar mas fuerte aun la producción de granos. La capacidad productiva por ende existe, más allá de los intereses que pueda llegar a tener el sector.
El modelo neoliberal contemplaba importar gran cantidad de cosas de Europa y de los Estados Unidos también, pero había que tener alguna capacidad de exportar para poder pagar. Entonces fueron preparando el campo para poder exportar, y a las manufacturas de origen agropecuario y algunos segmentos básicos como la siderurgia, la química, petroquímica, aluminio, etc. Es decir, segmentos económicos en los que nosotros teníamos ventajas comparativas. Eso se tecnificó y es competitivo. Esto incluso se extiende a una parte de las pequeñas y medianas industrias que para poder sobrevivir durante la convertibilidad debieron introducir algún nivel de tecnología que les permitiera competir con los productos extranjeros.
Esa introducción de tecnología permite hoy que, con una moneda competitiva, las Pymes sean uno de los elementos de mayor crecimiento de la economía argentina. Cuando se salió de la convertibilidad y el cambio comenzó a ser competitivo, empezaron a ganar mercado regional.
El neoliberalismo en síntesis nos dejó algunos instrumentos que hoy podemos utilizar a nuestro favor.
Lo que no nos dejó fue capacidad productiva interna para poder abastecer un mercado interno en crecimiento. Que es muy importante, porque si sólo nos apoyamos en lo que exportamos y no vamos bajando lo que importamos es un problema severo. Por ejemplo, importamos 600 millones de dólares en teléfonos celulares porque el mercado interno se disparó. Todos tienen sus celulares ahí, no? Lo que antes era un artículo de lujo ahora es uno que todos tienen, y no lo producimos porque se destruyó una parte importante de la capacidad productiva del país para abastecer el mercado interno. Otro ejemplo: los autos, que antes tenían un componente nacional del 92 por ciento. Ese componente retrocedió al 12 por ciento, todo lo demás es importado.
Lo que neoliberalismo nos dejó como uno de los problemas graves es la disminuida estructura productiva interna (lo que unido a las enormes necesidades populares con que salimos de aquel período, hace un cóctel muy complicado) que no es fácil de reconstituir porque eso requiere de capital. Ahí es donde tenemos el problema más severo. Este problema de la inflación, es, en parte, una manifestación concreta del problema que tiene la Argentina. Cierto es que hay una parte de la inflación que tiene que ver con el manejo monopólico que hacen los sectores más concentrados, que manipulan los precios papa aumentar sus niveles de ganancia. Y está bien que el gobierno les apriete el cuello con la presión popular por detrás. Ahora, esa debe ser una política transitoria hasta que se pueda aumentar la oferta de bienes. Porque si no hay más oferta de bienes, tarde o temprano va a haber inflación aunque se controlen los precios.
En los sectores en los que no hay mercados concentrados (por ejemplo el turismo), es decir donde no hay nadie que manipule los precios, también suben. El principal desafío es aumentar la oferta de bienes. Ese es uno de los principales problemas (en común con la pobreza y la desocupación) que nos dejó el neoliberalismo: la destrucción de la capacidad productiva.
Ese entonces es el contexto internacional, a lo que hay que adicionarle en lo interno la dura derrota que recibió la derecha con el derrumbe del modelo neoliberal el 19 y 20 de diciembre del 2001. Eso nos da tiempo político concreto para avanzar por otro rumbo y fortalecernos.
Ahora bien: ¿qué país es posible? Esta pregunta conlleva un arduo debate con la izquierda. Ellos sostienen, fundamentalmente los trotskistas aunque también el PC argentino, que el capitalismo está agotado en el mundo y la única salida es la socialista. Como la salida socialista es inviable, de hecho quedan en una mera expresión testimonial. Es sin embargo, repito, política y económicamente inviable en este momento. Políticamente porque el derrumbe del socialismo puso a la idea socialista absolutamente a la defensiva. Es difícil convencer a las mayorías de nuestras sociedades de que el socialismo es la salida. A ello cabría sumarle que tendríamos también que confrontar con las burguesías nacionales que hoy tienen un cierto acuerdo con nosotros, lo que las arrojaría a manos del imperialismo una vez mas y nos debilitaría significativamente.
En segundo lugar, económicamente, porque a una revolución socialista le seguiría seguramente un bloqueo económico que haría imposible despegar ese modelo socialista. Incluso y en realidad, el modelo socialista está en debate en las propias fuerzas que lo sostienen en el mundo. ¿Cuál es hoy el modelo económico socialista? Porque el modelo económico de la Unión Soviética, luego de que se derrumbó, fue abandonado por el resto de los países socialistas: China, Vietnam, la propia Cuba. Entonces, hay un debate respecto de que, si llegáramos al socialismo nuevamente, cuál sería el modelo socialista. Habrá que saldarlo en otra etapa histórica, esta es la de las revoluciones nacionales. Estas son el verdadero enemigo en nuestros días del imperialismo y la globalización neoliberal, y allí debemos librar la batalla.
La revolución burguesa inglesa se hizo desde el 1600 y pico, y sin embargo se puede decir que el mundo entró plenamente en la revolución burguesa en el año 1848 con la caída de Luís Bonaparte. Hubo 200 años en el medio. La transición al socialismo también podría tardar muchos años. Lo que es seguro es que hoy no estamos en condiciones de llegar al socialismo en nuestros países. Si afirmáramos que sí es así, quedaríamos en el terreno del testimonio, de lo que nos gustaría que fuera y no de lo que realmente es.
¿Qué visión tenemos nosotros del caso concreto de la Argentina? Chávez habla del socialismo del siglo XXI. Venezuela tiene dos particularidades. Una, que tiene mucho petróleo, una base económica asegurada para los próximos 50 años de mucha envergadura debido al petróleo. Y eso lo maneja el gobierno de Chávez, el Estado. Segundo, tiene una burguesía nacional extremadamente débil, porque la burguesía venezolana se desarrolló solo como una parásita del Estado petrolero. En ese contexto, el gran desafío de Venezuela es sustituir las importaciones, porque no producen prácticamente nada y dependen para casi todo del petróleo. Para eso se le abren dos caminos, o crean una nueva burguesía para que sea el actor protagónico de la sustitución de importaciones o buscan otros actores. El Estado como actor único ha fracasado en la primera experiencia en los países socialistas. Por eso Chávez habla del socialismo del siglo XXI. Es decir, ir armando un actor económico colectivo que se encargue de una parte importante de la sustitución de importaciones.
Pero en el caso nuestro eso no es así. En primer lugar, porque nosotros tenemos una burguesía nacional bastante fuerte que juega un papel casi insustituible. Entonces, el modelo económico de la Argentina no va a ser el modelo del socialismo del siglo XXI, menos el anterior, el modelo posible para insertarnos en el mundo va a ser uno con importante componentes de capitalismo nacional.
Eso si, tenemos por lo menos un par de contradicciones en este modelo, porque dentro del mismo entra en juego el rol de la burguesía nacional que es muy complicado. Lo que les interesa a los sectores mas concentrados de ella es por sobre todo su ganancia su ganancia inmediata, que viene por el lado de la exportación. Poco les interesa el mercado interno; si suben los precios de la carne, por ejemplo, la gente no puede comprar y se dispara la inflación, a ellos no les importa. Ni siquiera invierten seriamente en actividades de riesgo. Esa es nuestra burguesía, así que estamos en problemas.
¿Qué piensa nuestro Presidente y el actual gobierno nacional? Sostiene que hay que tener un poder político fuerte, con amplio consenso en los sectores populares, que vaya y reconstruya la burguesía argentina. Es decir, que haga crecer una nueva burguesía. Y con eso tener un actor social adecuado para este modelo de país. Sin embargo habrá que ver si este proceso, aun extendiéndose lo suficiente en el tiempo, es posible. Hoy las condiciones son favorables, el poder político es fuerte. Por ende es difícil de predecirlo hoy, pero habrá que verlo. En primer lugar, porque la burguesía actual va a resistir. Y es necesaria una reestructuración profunda de esta burguesía que tiene determinados rasgos de parasitaria, de reaccionaria ideológica y políticamente, de vinculación con el poder imperialista durante muchos años. Va a ser difícil entonces hacer surgir una burguesía nueva, capaz de llevar adelante con cierta firmeza en el tiempo las tareas nacionales pendientes.
Nosotros tenemos algunas otras ideas de cómo tiene que ser la construcción de este nuevo país. En el Gobierno y en el manejo del Estado tienen que tener mucha presencia los sectores y las fuerzas populares. Los que expresen a los sectores populares (los trabajadores, las clases medias, los humildes, etc) y no a la burguesía nacional. Sin una presencia muy fuerte de estos sectores, se va a hacer muy difícil el control de esa burguesía. Pero además, este proceso debe transformarse en una participación mucho más activa del pueblo en la vida de esta sociedad. Esta es la forma en que vamos a poder hacer que las fuerzas populares puedan realizar grandes aportes al manejo del Gobierno y del Estado. De manera tal, de imponerle una presión social a la burguesía nacional. Y también es importante de que esta mayor participación se de no sólo debido a intereses puntuales, sino también como consecuencia de un aumento de la conciencia más general de cuál es el modelo de país que queremos. Sin esa participación masiva de nuestro pueblo, y esa conciencia, la correlación de fuerzas no va a ser la suficiente.
En lo económico, nosotros creemos que el Estado debe tener una participación mucho más protagónica. Tiene que haber sectores de la economía, del poder económico que maneje el Estado y no la burguesía nacional. Tiene que haber también presencia de los trabajadores en la conducción de las empresas públicas y privadas, y de los usuarios en las de servicios. Otro elemento económico que debemos promover es un mayor desarrollo de lo que acá se denomina el tercer sector: la economía social, la de las pymes, el cooperativismo, etc. Que ese sector vuelva a despegar de manera que se de un contrapeso con los sectores más concentrados. Eso es lo que nosotros creemos, muy sintéticamente, que debe hacerse en materia económica.
Lo que sucede hoy es que la gran burguesía nacional que tiene contradicciones, pero ciertos acuerdos también con el imperialismo, maneja gran parte de nuestra economía. Eso es lo que nosotros tenemos que controlar. No podemos prescindir de una parte no desdeñable de este sector, pero en el tiempo lo tenemos que subordinar. Si no vamos a tener problemas.
Para esto hay que tener fuerza política. Todo en última instancia se define dentro de la política. Contamos nosotros con una ventaja: se destruyó el sistema político de partidos que sostuvo el neoliberalismo en la Argentina. Por lo menos se destruyó en gran medida, algunos todavía se conservan como el PJ, pero también dividido y con un corte importante con la sociedad. El radicalismo en la lona. El sistema de partidos sostenedores del neoliberalismo se sostuvo de 1983 al 2001, y allí se cayó. Eso, más la llegada de Kirchner al gobierno, abrió las puertas a la reconstrucción de nuevas fuerzas políticas. La desventaja es que nosotros no llegamos lo suficientemente desarrollados a ese momento. Llegamos con fuerza social, pero no política. Sin embargo la reconstrucción de la fuerza política (con fuerte base social, claro está) en definitiva es lo que va a determinar el rumbo del país.
La representación de la sociedad dentro del kirchnerismo está en disputa. Tenemos toda una parte de sectores tradicionales de la política, entre ellos el PJ, que expresan en alguna medida el proyecto de la burguesía nacional, y disputan fuertemente el espacio político del kirchnerismo. Por ende el gran desafío que tenemos en la lucha para construir un nuevo país es la disputa política. De cómo somos capaces nosotros de construir un instrumento político que exprese genuinamente los intereses de los sectores populares. En una sociedad, que además, va recuperando voluntad política.
Esta es una sociedad que siempre fue muy politizada. Pero se produjo un quiebre con la política de la sociedad. Ya sucedió en los años 30, con la combinación de la crisis económica y la traición de los radicales y los socialistas. En el último envión del régimen conservador, este optó por cooptar una parte mayoritaria de las fuerzas políticas que se habían expresado en nuestra sociedad desde 1890 hasta 1930. Allí se produjo entonces un descreimiento de una parte mayoritaria de la sociedad hacia los partidos y la política. Esto se recuperó recién con la llegada de Perón y el peronismo.
Lo mismo volvió a suceder durante los 90 y el principio de este nuevo siglo. Ahora sin embargo se comienza a visualizar de que es posible construir otro país, y entonces se empieza a recuperar la participación en la política. Primero se verifica esto en una parte del activo que había bajado los brazos, se había ido a su casa, y que ahora regresa. Y ahora se suman expectativas un tanto mas extendidas.
En este contexto nosotros tenemos que ser capaces de crear una representación política, y de participar activamente en la construcción de un nuevo país desde los intereses y las ideas del campo popular. En ese desafío la juventud tiene que tener un rol activo y protagónico, porque este país que vamos a construir es para los jóvenes. Los argentinos de edad media van a tener una mejora paulatina de su situación de vida. El país real es para los jóvenes. Si lo hacemos, las que lo van a disfrutar serán por sobre todo las generaciones jóvenes.
Tenemos que ser capaces de enamorar nuevamente a la juventud en la idea de un nuevo país y hacerla participar. Acá muchas veces la juventud se enamoró de la construcción de su futuro y compartió ese proceso.
Cuando se produjo la revolución que dio nacimiento a la Unión Cívica en 1890 y posteriormente a la Unión Cívica Radical, partido que batalló 25 años hasta llegar al gobierno en el año 1916, este tenía un enorme componente juvenil. Eran los jóvenes, muchos de ellos hijos de inmigrantes, que pensaban que podía existir un país que los incluyera.
Lo mismo sucedió con el peronismo. Enamoró a una juventud de la clase trabajadora, mucha de ella venida del interior a los grandes centros urbanos. Y lo mismo sucedió con la juventud de los años 70, como así también con la que irrumpe en el proceso democrático del 83 después de Malvinas. Acá en ese momento no tan lejano había miles de jóvenes entusiasmados con que se terminaran los golpes de Estado y que en democracia pudiéramos hacer un país mejor. Todos los partidos políticos de ese entonces tenían juventudes. Si nos vamos mucho mas atrás, la mayoría de los dirigentes de la Revolución de Mayo también eran todos jóvenes decididos a independizar de España estas colonias.
Ustedes tienen esa responsabilidad y la gran tarea de sumar, reincorporar y hacer participar a la juventud en este proceso de construcción de un nuevo país.
Bien, ya hablé demasiado largo.
Bueno Humberto, algunos elementos nos quedan como centrales: la masiva participación social, elevar los niveles de conciencia dentro de la sociedad, y la disputa hacia adentro del kirchnerismo. ¿Cuáles son los principales ejes sobre los que deberíamos trabajar como fuerza política para elevar los niveles de conciencia?
Uno de los ejes sobre el cual tenemos que trabajar siempre es la unidad Latinoamericana. Plantear que este de encontrar un rumbo soberano no es sólo un problema de la Argentina, sino también de los demás países de Latinoamérica. Es, además, la primera vez que las posibilidades de desarrollo económico nuestro dependen de que podamos hacer un mercado común con otros países de Latinoamérica. Esas posibilidades hoy existen. Entonces, el tema de unidad Latinoamericana ya no es una cuestión puramente ideológica o política, sino que tiene determinante andamiaje en lo económico. Es por ello que nosotros debemos presentar a la integración de Latinoamérica como un problema de primera magnitud del proyecto nacional. Ese me parece que es un eje que nosotros tenemos que meter en la sociedad y entre los jóvenes.
Otro que tenemos que introducir es la reconstrucción de la política. Tenemos para ello por lo pronto que dar dura disputa con los sectores provenientes de la vieja política, que se consolidaron durante la etapa neoliberal, y los que en muchos casos se están reciclando para poder seguir teniendo peso en la vida política.
Hay poca participación todavía en la vida política, algo que nosotros tenemos que revertir trayendo permanentemente el debate sobre la necesidad de construir una fuerza política propia, sobre otras bases, y avanzar sobre el escepticismo.
Y unido a esto, el tercer eje que debemos tomar es el de la participación popular. Hay que lograr que nuestra gente participe activamente y organizadamente en la construcción de un nuevo país y en la resolución de los problemas y conflictos que eso conlleva.
Bien, es todo compañeras y compañeros, muchas gracias.