Acto por la Refundacion nacional Octubre 2002

Sembrar sacrificio y entrega


José Mujica

Siempre hemos sido y nos vamos a morir antes que nada como luchadores sociales, ni más ni menos. Y bueno, queridos compañeros, empecemos por acá, por este acto, porque esto es una reliquia. Nos juntamos en esta fecha a recordar a los compañeros que dejaron una tarde de hace muchos años, de vivir, para vivir en nuestra memoria, los recordamos asumiendo el compromiso. Y porque recordamos al viejo eterno, permanente compañero, al Quijote de América Latina y del mundo, que dejó la vida en la lucha por un sueño, por una esperanza... por la parte mejor de la condición humana.
Y nos juntamos, en esta época light, en esta época tan peculiar donde nos toca jugar de senador y de muy radical para unos, de muy moderado para otros (que estamos viejos, dicen, que abdicamos de nuestros programas, dicen). Que defendemos de repente a algún estanciero, que tiene 400 hectáreas con ovejas, y se está muriendo de hambre. Y vamos a los sindicatos, y todo eso es contradictorio. Porque nosotros nos educamos en la vieja lucha contra el Imperialismo, contra la dominación mundial. El cambio de método para algunos, y las cuestiones tácticas que parece que son definiciones eternas.
Por eso compañeros, es bueno que nos juntemos, primero los más viejos con los más jóvenes, porque ésta es una lucha casi eterna, en términos de lo que es una vida humana.
Empecemos por lo primero: cuando se abraza el camino de la revolución se abraza una novia, se abraza un código, una ética, una forma de vida. Y hemos tenido y vamos a tener toda la sutileza y nos sentaremos en todas las mesas y negociaremos en todos los lugares, pero nuestra novia es la revolución. Y nuestra novia es el amor, para transmitirles a los que van a venir, porque esta lucha va mucho más allá del periplo de nuestra existencia. Y entonces nos tenemos que reunir, porque es una vela de armas, como en la Edad Media, una vela de armas entre los sueños. Entre las causas más profundas en una época light, donde todo se compra y todo se vende.
Nos reunimos para demostrar tajantemente, también a nosotros mismos, que no todo se vende ni todo se compra.
Compañeros, yo empiezo por acá, porque es muy grande la tragedia que está viviendo nuestra nación. Lo más grande que tenemos para aportar, no como desde el ombligo, sino como una parte más a la lucha de este torrente progresista al cual pertenecemos, paradojalmente es lo más viejo: nuestra ética, nuestra actitud de compromiso, no el creernos que no cometemos errores, sino el estar íntimamente convencidos que nuestra apuesta es de por vida, de que no estamos por un rato, por un momento, por una reivindicación. Estamos por el compromiso entero de nuestra existencia... Y si quinientos años nos tocara vivir, así de milagro, serían quinientos años en el acierto o en el error, pero al servicio del amor, de que la humanidad progrese.
Y esto es lo primero compañeros, porque de todas las crisis que soporta nuestra nación, que son varias, la peor es la pérdida de valores, la peor es la pérdida de esperanza, la peor es la circunstancia de la abdicación, la peor de todas es esa consideración que corre por las calles que toda la política es lo mismo, que todo es lo mismo. Esa siembra subliminal que ha hecho la derecha, donde quiere entreverar que lo político es todo lo mismo, que todo es para el acomodo, que todo es usufructuar, no que la política es el camino del compromiso, por lo menos para algunos. Claro que nos hemos equivocado, y claro que nos ha faltado velocidad... A lo largo de los años nos podemos hacer mil críticas. Cuánto le costó al pueblo uruguayo nuestro fracaso en las horas decisivas, cuánto. Pero compañeros, hemos dejado la vida, hemos puesto los años potrancos, si viviéramos diez veces, diez veces los pondríamos. Entonces, no todos son iguales: siéntanse orgullosos compañeros tupamaros, de haber puesto lo mejor de ustedes mismos...
Tenemos que sembrar nuestra capacidad de sacrificio, nuestro espíritu de entrega. Ese tiene que ser nuestro mayor aporte a una izquierda que está a un tranco de pollo de ser gobierno. Porque con eso no alcanza compañeros, pero sin eso nada es posible. Porque sin eso la traición nos espera a la vuelta de la esquina.
Entonces compañeros, en esta nación terriblemente empobrecida, es probable que por febrero o marzo del año que viene cuando se haga un balance tengamos el PBI del año 83 o del año 84. Es como haber perdido 15 o 20 años de historia. Es probable que hoy, de aquel PBI individual, unos 7 mil dólares a fines del año 98, estén quedando 4 mil por habitante. Pero ustedes lo tienen que palpar, no se precisan cifras, estamos en un Uruguay brutalmente descapitalizado, porque los trabajadores deben haber perdido un 30% de poder adquisitivo en los últimos 3 años, donde la pobreza nos muerde por todas partes, donde la precariedad laboral salta a la vista. Donde hemos perdido desde el año 98 a la fecha casi el 40% de las organizaciones empresariales. Las empresas de este país capitalista, desde el año 98 a la fecha han sido liquidadas por este gobierno, capitalista. Debe ser un récord. De haberlo planificado no hubiera tenido tanto éxito. Pero ha sido así.
Y lo peor es que este proceso ha tomado una virulencia tal, que el cambio de la realidad ha superado la capacidad de adaptación de nuestro balero. Porque vivimos una década de relativo desarrollo mentiroso, donde el desarrollo del Uruguay, su crecimiento, estuvo basado en dos o tres patas quiméricas: consumir más porque nos financiaban el consumo con un dólar retrasado, mentiroso. No fue un crecimiento productivo, fue un crecimiento en base a préstamos, capacidad de crédito, a la importación. Y fue naturalmente en contra de la producción nacional, por lo tanto no incorporó a ese crecimiento al grueso de la población. Tenía que tener patas cortas. Se agotó, y terminó generando crisis productiva. Y la crisis productiva tanto del agro como de la industria generó desocupación, la una y la otra generaron crisis fiscal, baja recaudación, por el camino del endeudamiento terminaron en una crisis bancaria. Estoy resumiendo apresuradamente... En la historia de una década, este gobierno no hizo otra cosa que continuar con la misma política. Pero terminó ese ciclo. Se agotó, y lo está pagando el uruguayo. Nos lega desocupación, la pérdida de poder adquisitivo, la incertidumbre laboral, la destrucción del engranaje productivo, nos está regalando un endeudamiento feroz, tal vez 5 mil dólares por habitante, cada uno que nace hoy, nace con una tarjeta de deuda que tendrá que pagar. Nos ha agotado toda la capacidad de crédito de carácter internacional, y no le quedan otros recursos que vender las joyas de la abuela para seguir vegetando, manteniendo esta política.
Prácticamente la capacidad de maniobra se les agota. Estamos llegando a los últimos estertores de un modelo con toda la crisis que tiene por delante. En esta coyuntura, nos topamos con que este destrozo está produciendo un brutal trasvase de opinión. No me refiero a la vieja izquierda convencida, la que se calienta, la que nos putea, la que critica, pero tiene sentido de pertenencia. Me refiero a los últimos que van llegando, que van a definir toda contienda. A esos que no son ya de allá, pero tampoco son de acá, porque en realidad son las nuevas víctimas que luchan por la vida en un país que está siendo destrozado. Entonces, topamos con una sabia derecha, muy sabia. No existe cosa peor que el desprecio peyorativo, porque sirve para no medir el tamaño de los obstáculos. Es un gesto pasional y primitivo que no hace otra cosa que estupidizar el razonamiento humano. Hay que medir el tamaño de los obstáculos que se tienen. En las últimas décadas la razón fundamental de los partidos tradicionales no es su prosapia ideológica, su matriz. Son el estamento afinado de las altas capas de la burocracia, la razón de ser más íntima es la posesión del aparato del Estado.
La posesión del aparato del Estado se ha transformado en el objetivo y la razón, también en el medio a utilizar para perpetuarse en las cuestiones de gobierno. Ayer inventaron el balotaje. Inventaron por la necesidad política de poder seguir usufructuando de lo que significa esa posesión. Pero es tan grande la debacle económica, es tan grande la herida que está sufriendo nuestro país, es tan grande el destrozo en que ha desembocado esta política, que naturalmente está produciendo un enorme desconcierto y desazón, aún entre los más apegados a los viejos aparatos... y aparecen las encuestas.
No crean demasiado en las encuestas, y menos ustedes compañeros, pero cuando a lo largo del tiempo se repiten algo están anunciando, como tendencia. No hay que confundir la foto de un momento con una película. Pero es natural que estos análisis estén preocupando a muerte a esa derecha cuya razón de ser más entrañable es la posesión del aparato del Estado. Porque poseer el aparato del Estado no es sólo nombrar ministros, etcétera. Es el cúmulo de decisiones imposibles de seguir y de anotar que se eslabonan con un conjunto de intereses que en el fondo responden al partido. Esto pasa. Hay altos niveles de la política clientelista. Se ha combatido el clientelismo abajo, a costilla de los pobres, ése insignificante. Hay otra forma de clientelismo, la posesión de los altos puestos y de las altas decisiones que tienen que ver con el Estado. Por ejemplo, tenemos un Tribunal de Cuentas. Nos debe costar 3 o 4 millones de dólares de presupuesto. Ahí están algunos de los técnicos más avezados del Uruguay, han hecho en este año cerca de 10.000 observaciones. Han observado centenas de licitaciones sólo en este año, y han llegado al Parlamento: esperan una decisión, una consideración de la Asamblea General. La tendrán en el año del golero. Porque hace muchos años que no hay voluntad política de darle pelota a la más mínima observación que hace el Tribunal de Cuentas. Y uno se pregunta, ¿para qué lo tenemos? Eso sí, cuando precisamos una consultora, aparece una que tiene que tener nombre yanqui aunque los que trabajen allí sean Juan, Diego, Pedro, estudiantes en todo caso de la Facultad de Economía de Uruguay.
Y ahí está el Tribunal de Cuentas, observando. Yo podría poner otros ejemplos, están controlando los cafecitos en el Palacio Legislativo, las luces, y hay 256 licitaciones observadas por el Tribunal de Cuentas, y la Asamblea General no se reúne. No hay voluntad política para considerar nada. Da risa. El control es un pamento, y ojo, esto que estoy diciendo es muy rico, acá hay gente que maneja computadoras, estas observaciones están en Internet. El último informe del Tribunal de Cuentas está en Internet. Si se quieren calentar alguna noche que haga frío, léanlo. Tenemos todos los organismos de control con bruta eficiencia, pero les dan cero pelota. Podríamos seguir pero es sólo para mostrar y afirmar que la causa esencial de los partidos tradicionales hoy, no ayer, hoy, es la posesión del aparato del Estado.
Y están muy preocupados, porque la trampa que hicieron amenaza con no servir, por lo tanto, su preocupación actual es cómo consiguen que efectivamente se ponga en marcha el balotaje. Porque si el Encuentro Progresista–Frente Amplio llegara a votar cerca del 51% ¡adiós balotaje! Se equivocaron, tendrían que haber hecho otra reforma constitucional, ésta no les sirvió. Se les volvió en contra lo que inventaron. Entonces están maquinando por ahí, haciendo este análisis, finoli, maquiavélico: hay un caudal de gente que está llegando ahora, a una semi voluntad política de acompañar (y ese es el terreno más frágil que tenemos que disputar) y han elucubrado tratar de inventar una especie de “nueva izquierda” o de nueva fuerza política que aparezca con un programa muy parecido al nuestro, con figuras “potables”, irreprochables, con mayor pinta light, porque ¿vio que en el FA están estos viejos, los tupamaros, los comunistas?, nos dirán: nosotros representamos una izquierda más aggiornada, más tipo Tony Blair, a ver si pasa. Para qué, se preguntarán. No, para ganar, no. Es para “rabonear” en esa franja de último apoyo, que puede ser decisiva para definir el futuro resultado electoral. Y acá es donde está la fineza. No van a poner ahí figuras de la derecha recontra quemadas, van a poner figuras potables, si lo logran van a poner cosas interesantes, como el impuesto a la renta, prácticamente calcado de nuestro programa, y pondrán detrás todos los medios ¿y para qué?: para que haya balotaje y poder disputarlo, juntándose con todo eso.
¿Por qué decimos esto? Porque esto es información, y ¿por qué no decimos más? Porque no queremos “deschavar” a los que nos pasan el dato. Porque la información es poder y es contra-poder, y hemos decidido dar el alerta a todos nuestros compañeros y a todos nuestros dirigentes en primer término. A no ser nabos, porque tenemos una “gloriosa derecha” capaz de fumar adentro de una garrafa, y hay que respetarla, con altura. Porque esto no es un problema sólo de fuerza. Es además un problema de inteligencia. Ay de aquellos compañeros que confunden estrategia política con estrategia electoral. Ay de aquellos compañeros que confunden rumbo estratégico de largo plazo con estrategia política electoral. Son cosas distintas. Y en este campo no se puede ser nabo. Porque la controversia entre izquierda y derecha se va a empezar a dirimir en el campo electoral, nos guste o no. Y eso tiene sus reglas. Y estamos obligados, por el tamaño y la habilidad de lo que tenemos enfrente, a tener la sabiduría de jugar con una delantera bien a la antigua, con puntero derecho bien abierto y puntero izquierdo bien abierto, y con entrealas que se mueven y están tanto de “centrofobal” como de entreala y a veces de punteros. Tenemos que cubrir toda la cancha, esa debe ser la estrategia electoral.
Pero esto cuesta. Esto significa bancar contradicciones porque tiene que haberlas. Estamos hablando de la mitad de la población de este país. Es obvio que en esa mitad tiene que haber contradicciones intestinas. Pero ¿cuál es la contradicción principal en este momento, en esta etapa de la historia del pueblo uruguayo? A no confundir compañeros, prioridades tácticas inmediatas que hacen al destino del pueblo uruguayo, con prioridades de carácter ideológico o estratégico. ¿Por qué? Porque hay que ganar, para ganarse el derecho a empezar, pero por una razón moral a esta altura, por una profunda razón moral, ya no política, de amor, de ética, para con nuestro pueblo. ¿Qué le queda al pueblo uruguayo, pequeña y frágil humanidad de 3 millones de habitantes, apenas un barrio envejecido de San Pablo? ¿Qué le queda a este Uruguay endeudado, roto, con una crisis de valores y de esperanza, si este Frente Amplio, este Encuentro no llegan para pelear, por abrir el rumbo a la historia de este país? ¿Qué será de nuestros hijos, de nuestros nietos? Tendremos que ser una sociedad fantasma de pueblo emigrante, que se desparrama por la tierra. ¿Qué le queda a la lucha de las generaciones que nos precedieron? ¿Cuál es el recuerdo de los viejos tupamaros que dejaron el alma una tarde, al sol? ¿Para qué todo esto? ¿Para qué las generaciones que nos precedieron luchando, primero los anarquistas fundando sindicatos por 1880? ¿Qué queda de los huesos de la vieja izquierda, qué queda como mensaje de toda la lucha popular de estos años? ¿Dónde están los sueños si a la hora de la verdad retrocedemos ante la historia y no hacemos la pata ancha para intentar poblar de esperanza para que nuestros hijos tengan ganas de vivir y de parir y de morirse en esta tierra? ¿Para mirar a la historia de frente desde un lugar de nuestra pequeña nación que la están haciendo pelota? ¿O no se dan cuenta que un montón de nuestros muchachos, tal vez de los más calificados, se nos han ido? De una sociedad rica que fue orgullosa, nos estamos transformando en un pueblo de mendigos: tenemos que hacer cola para comer un ensopado de lástima. Nuestros gurises tienen que andar por la calle, a veces pidiendo vintenes, haciendo la vida entre pobres y granujas, y bandidos, atomizados, de a uno. ¡Qué queda de nuestra ética! ¡Que queda de nuestro pasado!
Entonces ya no hay un problema sólo de izquierda y derecha. ¡Es un problema de Nación! Hay un problema de país, hay un problema de nosotros. ¿Qué le queda como reserva al pueblo uruguayo? ¡Le queda sólo esta herramienta! Y esta herramienta no debe fracasar por los márgenes evitables de estupidez y vanidad que podemos llevar adentro los hombres. Compañeros, no estamos en un partido de cuarta, no es un partido de la Extra, no estamos luchando por un puñado de votos, no estamos luchando por dos diputados más, no, estamos luchando por agarrar la manija para que nuestro pueblo se encuentre y nos empiece a enseñar, y empiece a aprender que vale la pena romperse el alma por este país. Entonces compañeros, tengan conciencia del drama que vivimos al pisar este nuevo siglo. Dentro de 20 o 25 años el gurí que no tenga liceo será casi analfabeto, pero casi 50% de los gurises que están naciendo hoy lo hacen debajo de la línea de pobreza. Tenemos el destino de Africa agazapado en nuestras entrañas, petisito, menos de medio metro caminando por las calles, señalando cuál es nuestro futuro como nación si no somos capaces de abrirle puertas a la Historia.
Este es el desafío. Por eso planteamos una consigna: Hay que refundar el país. Porque ya no podemos funcionar como lo hemos hecho hasta hoy. Para qué nos sirve echarle las culpas a otro, ya lo sabemos, el problema son las cosas nuevas que tenemos que parir en nuestra sociedad, el brutal encuentro de sacrificio, de amor y de trabajo que hay que dar por este país. Porque yo les quiero transmitir, a pesar de la gravedad de la hora, un gigantesco caudal de esperanza que llevamos adentro. Un caudal de esperanza, por conocer y rumiar este país, rincón por rincón, conocerlo en los pliegues más profundos, gracias a nuestro pueblo. Sobre todo a ese pueblo que habla una palabra de mañana y otra de tarde. ¡Cuánto nos han enseñado! Les digo esto compañeros, porque tenemos una Facultad de Economía donde deben haber 10.000 estudiantes, y ¡vivan los estudiantes!, y ¡viva la Universidad de la República!, pero que vivan al servicio de su biblia: su pueblo, de su religión: su pueblo. Porque la última materia sólo la aprenderán con su pueblo.
Se habrán recibido cuando lloren y rían con su pueblo. Hemos oído análisis más o menos de izquierda, más o menos de derecha, todos son catastróficos. Hay que renegociar la deuda, o salir a mangar. Si no nos prestan plata de afuera nos morimos, y si no nos perdonan la deuda nos morimos, y hace 25 años que estamos en la misma, y nos morimos si seguimos así.
Y contra toda la academia, voy a levantar la bandera del sentido común, aprendido de los paisanos: cuando uno está pobre, contra las cuerdas, trata de gastar lo menos posible, y trata de inventar cosas para poder resistir, y no hay otra, y es más viejo que el agujero del mate. Y siempre ha sido así, y no es milagro. Hay que rescatar la política como el eje de una ciencia económica. La política debe estar pegada al sentido común del pueblo.
Sólo podemos arrancar a partir de lo que tenemos, nuestro pueblo, nuestras necesidades, nuestra pobreza.
Quiero transmitirles finalmente, que un proyecto de país basado en primer término en utilizar la capacidad ociosa, implica tener una visión de arquitectura nacional que le dé prioridad al ladrillo, porque hay miles de pobres que viven de hacer ladrillos en este país; tener una visión de aprovechar la capacidad ociosa es no tener a la tropa comiendo pirón, porque el presupuesto militar es un gran seguro de paro, pero pueden ayudar a capitalizar nuestro país a mediano plazo.
Por ejemplo, hay una zona en Artigas donde se pueden hacer 70 represas de tierra para regar, significaría 40.000 hectáreas de riego por gravedad sin gastar energía, esto le cambiaría la cara al departamento. Esto no significa sacarle trabajo a nadie sino que es capitalizar el país y además muchas otras cosas del Estado podemos dar vuelta para generar el valor para todos...
Se habla mucho de solidaridad, la solidaridad que no te cuesta del bolsillo no es tanta, la solidaridad es una forma de vida, toda la vida debe ser solidaria no para mantener a nadie sino para darle una mano a la condición humana.
Finalmente debo pedirle a mis compañeros que se mantengan firmes y a los gurises que traten de sembrar todo lo que puedan, que tenemos que tener sentido de pertenencia muy profundo con la izquierda. Mis compañeros son todos los que están en nuestro Frente, con el cual podemos discrepar, pero que no son enemigos, y recuerden que antes que nada la verdadera unidad es saber olvidar los agravios y tejer los acuerdos.
Se nos terminó el tiempo de ser radical oposición, ahora hay que crear las bases de la refundación de una nueva nación, hay que tener la generosidad muy superior a la que nos permite la sociedad presente y un íntimo respeto hacia todos.
Debemos ser más tupamaros que siempre, más abiertos, más sembradores, más luchadores que siempre, más capaces de abrazarnos con todos los sectores que están contra este proyecto; con mucha memoria para no olvidar nada, pero con poca memoria para cobrar cuentas, porque aramos hacia delante, hacia un tiempo en el cual no viviremos, pero en ese tiempo habrá patria para todos.